Sensaciones de verano

Estoy muy orgullosa de estar aquí sentada escribiendo, cumpliendo con mi cometido de publicar el último lunes de cada mes. Así que, cascos bien colocados con la música de Bonnie Grace, té rojo frío a mi izquierda, el azul del cielo, el verde del campo y el rojo de las tejas mezclándose frente a mi escritorio y, ¡allá vamos!

Parece mentira que ya se esté acabando agosto, y con él, el verano. Pensándolo fríamente, son casi tres meses los que llevo de vacaciones pero, ¡han transcurrido tan sumamente rápido! De todas formas, me alegra saber que esta vez no puedo decir eso de “¡Ya se ha pasado el verano y no he hecho nada de lo que me había propuesto hacer!”. Sobre todo, he descansado mucho, ¡muchísimo! He dormido lo que he necesitado y más, he tenido días de sofá y peli y, lo que es mejor, sin sentirme mal por ello. Me encanta sentir que el sueño me está atrapando cuando sé que me puedo rendir a él. Esos minutos en los que ni estoy despierta ni dormida, con los párpados cerrados por su propio peso, abandonándome a la gravedad del sofá y de una ligera mantita de color rosa que me tejió mi abuela, oyendo de lejos las voces de Rachel y Mónica discutiendo sobre cuál de las dos debe salir a cenar con Jean-Claude Van Damme.

He dedicado mucho tiempo a tocar el piano, a componer y a tomar ideas para mi próximo vídeo de Youtube, el cual espero publicar esta semana. He dado todos los paseos por el campo que me han apetecido, me he bañado en el agua fresquita del río (maravilloso) y he comido helado. También he dedicado parte del tiempo a leer. Cuando no sé qué libro empezar, siempre vuelvo a coger mi novela preferida, Orgullo y Prejuicio, de mi adorada Jane Austen. Cuando me lo terminé de nuevo, tuve el impulso de empezarlo otra vez, en la edición de Clásicos Ilustrados de la editorial Alma, un regalito de verano de mi pareja. Pero finalmente decidí leer uno nuevo, Ana Karenina, de Tolstói, y me atrapó desde la primera línea: “Todas las familias dichosas se parecen, y las desgraciadas, lo son cada una a su manera”. ¿Cómo no seguir leyendo tras reflexionar sobre esta gran verdad?

Pero, ¿quién ha dicho que ya se haya terminado el verano? ¡Todavía me queda mucho por hacer!: el próximo domingo inicio el Camino de Santiago, saliendo desde mi casa (eso me hace mucha gracia) con tres de las personas más importantes de mi vida. Será una experiencia preciosa.

A pesar de las ganas con las que cogí las vacaciones de verano este año, he de confesar que ya me apetece volver a la rutina (a la rutina, no al estrés). Me gusta tener un horario, organizar mis tareas, mi tiempo libre e incluso los momentos de descanso. Tener mis días planificados, pues la incertidumbre me genera mucha ansiedad. También tengo ganas de volver a ver a mis alumnos y de poner en marcha un nuevo proyecto que me hace muchísima ilusión y tras el que llevo todo un año, y del que no desvelaré nada hasta que haya dado comienzo (¡espero que sea muy pronto!)

En mi último paseo por el campo, en el que estuve grabando clips para el vídeo de publicación de mi siguiente pieza, también hice algunas fotos. Siempre me ha gustado la fotografía, pero por falta de tiempo, material y, sobre todo, por falta de conocimientos, pues no tengo ni la más remota idea sobre fotografía, nunca le he dedicado tiempo. Sin embargo, desde la revelación personal que experimenté durante el mes de junio, y tras la que decidí realizar cualquier actividad que me interesara con el más mínimo fin de disfrutar, estoy haciendo muchas fotos. Dejo aquí algunas de ellas.

Sin nada más que contar, y colmada de satisfacción por haber cumplido mi programación, me despido. ¡Hasta el mes que viene!

Gracias por leerme

Conchi Martínez

2 comentarios en «Sensaciones de verano»

  1. Maravillosa la descripción de tu verano🥰me alegro enormemente de la felicidad que desprenden tus comentarios,no mereces menos.
    Espero ansiosa el inicio del nuevo proyecto y ojalá pueda verlo desde cerca☺️
    Moitos Bicos chuliña
    PD: Bonita lámpara 😅

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