Mi visión de la música

La música es mucho más antigua que los instrumentos, las partituras, los músicos, incluso más que el ser humano. La música es algo que ya estaba presente en la naturaleza antes de que nosotros nos decidiéramos a estudiarla. Grandes pensadores como Pitágoras afirmaban que la música más bella y divina es aquella que emana del propio universo, la llamada «Música de las esferas», tan perfecta que no es audible para los seres humanos. Aunque actualmente este concepto quede un poco alejado de nuestra idea de la música, me gusta entenderla como algo puro que va más allá de lo que nosotros podemos comprender con el uso de la razón.

La música está dentro de nosotros, no es necesario aprender solfeo para tararear una melodía, ni saber qué notas entonamos para cantar nuestra canción preferida. Tampoco hay que conocer el compás de tres por cuatro para poder bailar un vals, ni medir correctamente el cuatro por cuatro para bailar reggaetón. Lo único necesario es escuchar, dejar que la música entre en ti y dejarse llevar.

En ocasiones, al querer teorizar sobre la música y al tratar de estudiarla, olvidamos esta parte tan humana y que es común a todos nosotros, y nos volvemos demasiado «elitistas», «exigentes» o «perfeccionistas», de forma que abandonamos la parte más hermosa de la música, la que nos une a todos. Para mí, la música es uno de los elementos más humanos que existen, pues está dentro de todos nosotros y todos la sentimos y la experimentamos, de una manera o de otra. Ella es capaz de modificar nuestro estado de ánimo, nos pone en pie y nos anima a mover el cuerpo, pero también nos incita a la introspección. Por ello, y por mucho más, me gusta pensar que la música es el lenguaje del alma.

Con mis alumnos, trato de ayudarles a exteriorizar a través del piano esa música que está dentro de ellos y que es tan especial. Por ello, no planteo unos objetivos fijos, ni logros ni un sistema de evaluación, sino que me adapto a su ritmo y propongo objetivos semanales que son totalmente flexibles. Por supuesto, nunca juzgo la capacidad musical de mis alumnos: considero que todos, absolutamente todos, tenemos grandes aptitudes musicales, simplemente, porque se trata de algo que está en nosotros de forma innata, igual que la sangre, el agua y el oxígeno. Solo hay que aprende a sacarlo fuera. Eso sí, no hay mejor fórmula que la constancia, la paciencia y la práctica diaria.

En definitiva, me gusta pensar que la música nos ayuda a ser más humanos y a convertirnos en buenas y mejores personas, alejando los egos y mirando al mundo y hacia nosotros mismos con los ojos del alma, llenos de amor y de buenas intenciones.

Deja un comentario